Devocional viernes 10 de enero de 2025.
Muy buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este viernes 10 de enero de 2025. El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 1:26-31.
El escenario estaba puesto para la culminación de la obra creadora de Dios. Él dijo: “Hagamos al hombre”. Dios abordó la creación de su criatura más alta de una forma diferente a cualquier otra cosa que hizo. Esta vez no dio simplemente la orden creadora: “¡Sea!” Antes de crear al primer ser humano, se comprometió en una solemne deliberación. A leer el verso 26 podemos notar los plurales “Hagamos… a nuestra imagen… y a nuestra semejanza”. El Nuevo Testamento deja bien claro que las tres personas de la Trinidad estaban participando en la obra de la creación.
Dios estableció claramente cuál era su propósito al designar al hombre como su criatura superior. Habría de señorear sobre el resto de su creación, “en toda la tierra”. Este programa divino para la raza humana deja bien claro que las criaturas humanas de Dios no fueron otra especie de animal. La humanidad, hombres y mujeres, está claramente diferenciada de los animales, separada para una función diferente de la que el Creador les asignó a sus otras criaturas inferiores.
Mientras vivimos en este mundo pecador, la imagen de Dios se restaura en nosotros mediante la fe en Jesucristo. Esta nueva naturaleza que el Espíritu Santo crea en nosotros debe coexistir con la imagen pecaminosa que recibimos de Adán.
Cuando nos ponemos a pensar en nuestras obras hallamos, para vergüenza nuestra, que en gran parte han sido muy malas; todos los días hacemos algo que no le agrada a Dios. Y si echamos un vistazo a nuestro pasado nos podemos dar cuenta que hay una gran cantidad de cosas malas que hemos hecho a lo largo de nuestra vida. Pero cuando Dios vio su obra, todo era muy bueno, pues todo era cabalmente como el Creador quería que fuera. Todas sus obras, en todos los lugares de su señorío le bendicen. Esto me recuerda las palabras del salmista cuando dijo en el Salmo 103: “Bendice alma mía al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice alma mía al Señor y no olvides ningunos de sus beneficios”. Bendigamos a Dios por la obra de Cristo, porque sólo a través de él nuestros pecados son borrados y quitados de nuestro ser.
¿Cómo es que somos hechos a la imagen de Dios? Obviamente, Dios no nos creó exactamente como él, porque Dios no tiene cuerpo físico. En cambio, somos reflejo de la gloria de Dios. Nunca llegaremos a ser iguales a Dios porque él es nuestro Creador. Pero sí tenemos la capacidad de reflejar su carácter en nuestro amor, paciencia, perdón, bondad y fidelidad.
Dios observó que lo que había hecho era muy bueno. Usted es parte de la creación de Dios. Si en ocasiones siente que carece de valor o que vale poco, recuerde que Dios lo ama tanto, que envío a su hijo Jesucristo a morir en la cruz del calvario para que, al creer en él, usted tuviera la bendición de pasar la eternidad con su creador. No se le olvide esto, usted es valioso para Dios.
Oremos: Gracias Padre por amarme tanto que mandaste a tu hijo Jesucristo a morir en la cruz en mi lugar. Gracias por que puedo sentir que soy de gran valor para ti, y por medio del sacrificio de tu hijo, reestableciste mi comunión contigo que el pecado había destruido. Usa mi vida Señor y permíteme servirte con todo mi corazón, en el nombre de Jesús, Amén.
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