Devocional jueves 9 de enero de 2025.
Muy buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este jueves 9 de enero de 2025. El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 1:20-24.
En el principio Dios había puesto orden, y había creado de la nada un mundo perfecto. Había creado la luz y separado ésta de las tinieblas. Las tinieblas fueron reemplazadas por un cielo repleto de estrellas y planetas; en vez de ser una masa sin forma, el universo ahora estaba ordenado y bien definido. Y la expansión, la masa de agua, que había hecho a la tierra inhabitable, había sido confinada: una parte en el cielo; otra parte limitada por playas; otra, bajo la superficie de la tierra. Ahora Dios se centró en su cuarta acción.
Cuando el universo fue creado, faltaban los seres vivientes. Esto ya no sería así. Una palabra de la boca de Dios llenó las aguas con gran variedad de vida marina, desde la vida microscópica hasta las ballenas azules; y llenó el cielo de aves. El Creador dio a cada una de estas nuevas formas de vida la capacidad de reproducirse, según su propia especie. Esta restricción divina no permite la aparición de nuevas especies, como propone la teoría de la evolución. La evolución funda sus hipótesis sobre las mutaciones, pero el estudio de la genética ha demostrado que las mutaciones, las cuales se deben a daños en las células reproductoras, son leves y regresivas y no desarrollan nuevas especies. Es decir, un ave que originalmente tenía su pico largo y puntiagudo ahora, a través de los años, tiene un pico corto y apto para comer en su habitad. A eso se le conoce como adaptación y no evolución, pues sigue siendo un ave y de la misma especie.
La teoría de la evolución no es mas que un intento por contrarrestar la fe en el Dios creador del universo. Sin duda, se necesita fe para creer que de la nada fue creado los cielos y la tierra sin la intervención de un ser de gran inteligencia. Se requiere de más fe para creer que de una partícula se ha evolucionado a lo que el hombre es hoy. Ahora, recordemos que la teoría de la evolución no es otra cosa que eso, una teoría. Dentro del proceso para que una teoría se considere una ley científica, tiene que pasar por el principio de la observación y la comprobación. De lo contrario se confina a una simple teoría que no se puede comprobar y tampoco observar. Sin duda se debe tener fe de la misma manera en que un cristiano cree en Dios. Los evolucionistas tienen fe en algo que nunca han visto y que no saben si es una realidad porque no se puede comprobar. La diferencia entre una y otra, es que se necesita ser una persona falta de razón para creer que este mundo fue creado y perfectamente ordenado producto de… exactamente nada, ya que la nada produce… nada. ¿Alguna vez te has preguntado como es que podemos ver? ¿Cómo es que nuestros ojos pueden identificar exactamente lo mismo que los ojos de otra persona con una exactitud milimétrica? ¿Cómo es que nuestro ADN es tan perfecto que determina la información genética de cada persona? Si eso no te parece suficiente, ve la perfección de la rotación de la tierra, en el ecuador, la velocidad de rotación de la tierra es de 1,670 km/h. La Tierra gira de oeste a este y tarda aproximadamente 24 horas en completar una vuelta. La velocidad de rotación es más rápida en el ecuador porque debe recorrer una circunferencia mayor en el mismo tiempo que en las regiones cercanas a los polos.
La Tierra también se mueve en una órbita elíptica alrededor del Sol a una velocidad promedio de 107,280 km/h. La velocidad de traslación de la Tierra varía en función de su proximidad con el Sol. Qué más comprobación queremos para aceptar que esta exacta posición de la Tierra sólo pudo haber sido creada por un ser maravilloso, Dios. Querido amigo, la maravillosa creación de Dios se puede observar en cualquier momento. Tan sólo mira a tu alrededor y comprueba con tus propios ojos las maravillas de nuestro Señor.
Oremos. Padre celestial, te doy gracias por la fe que has puesto en mí para creer que la creación es obra de tus manos y no producto de la nada. Enséñame, Señor, a proclamar esta verdad a todos los que me rodean. Gracias Señor Jesús por confiar en que tú estuviste en el mismo momento de la creación y fuiste tú quién creó cada partícula de este universo. Gracias Padre por tu amor y tu protección. En el nombre de Jesús, Amén.
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