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Devocional 8 de febrero Génesis 7:17-24


8 de febrero (1)

Devocional sábado 8 de febrero de 2025.

Buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este sábado 8 de febrero de 2025.

El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 7:17-24.


Al leer estos versículos, percibimos que el autor se estaba esforzando por encontrar palabras que describieran adecuadamente la terrible catástrofe que tuvo lugar sobre la tierra. Nos dice: Las aguas crecieron… Las aguas siguieron subiendo y creciendo en gran manera sobre la tierra”. La imagen que tenemos es la de inmensas masas de aguas turbulentas que llevaban rocas y desarraigaban árboles, en forma continua, incontenible y destructora por casi medio año. Unido a esto estaba el hecho de que el interior de la tierra se había resquebrajado, tal vez por terremotos y erupciones volcánicas, y cambió totalmente la distribución de las masas de agua y tierra. El enorme peso de esta inmensa capa de agua, que cubrió hasta las montañas más altas, habría aplastado cualquier cosa que estuviera debajo.

Hubo dos resultados inmediatos del diluvio, y se plantean en una forma muy sencilla: “Todo lo que tenía aliento de vida, todo lo que había en la tierra, murió”. El segundo efecto de esa gran inundación fue exactamente lo opuesto al primero. A medida que las aguas aumentaban, alzaban el arca sobre la tierra, “y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas”. Por lo general, pensamos que el diluvio fue un terrible acto de destrucción. Y efectivamente así fue. Pero fue más que eso; también fue un acto maravilloso y poderoso de rescate. Las mismas aguas que ahogaron a miles de millones de vociferantes y blasfemos incrédulos, levantaron el arca con su preciosa carga sobre toda destrucción y muerte.

El relato del diluvio ocupa también un lugar prominente en las páginas del Nuevo Testamento. Cristo usa este relato como un prototipo del fin del mundo (Mateo 24:37–39; Lucas 17:26, 27). Los días que faltan para el fin del mundo serán engañosamente normales, y el gran juicio de Dios vendrá cuando nadie lo espere, tal como vino el juicio del diluvio. Los apóstoles de Cristo también describen el diluvio como un tipo del bautismo (1 Pedro 3:20, 21; Romanos 6:4).

Este pasaje también enseña como es que el orgullo de no reconocer a Dios como creador y a su hijo Jesucristo como salvador los lleva a una muerte segura. Una muerte donde será el lloro y el crujir de dientes. Serán personas vivas sufriendo por la eternidad. Dice la palabra de Dios que buscarán la muerte y no la hallarán.


Oremos: Padre Santo y Bueno, este relato bíblico me muestra tu bondad hacia todo aquel que te busca y te confiesa como Señor y Salvador. Me muestra que no tengo un Dios malvado que destruye por capricho, sino todo lo contrario, está presto para escuchar la voz del pecador y salvarlo. Enséñame a compartir de este mensaje de salvación. Pon en mi corazón la necesidad de compartir con la gente que está a mi alrededor que sólo en Cristo hay Salvación, en el nombre de Jesús, Amén.

 
 
 

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