Devocional Miércoles 29 de enero 2025.
Buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este miércoles 29 de enero de 2025. El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 4:9-15.
Dios se apareció ante Caín de nuevo, esta vez no con un ofrecimiento de ayuda, sino con el aplastante mensaje de la ley para el pecador insolente. “¿Dónde está… tu hermano? ¿Qué has hecho?” Caín tal vez pensó que había acallado la voz de su hermano para siempre, pero aquí se dio cuenta de que la sangre derramada clamaba constantemente a Dios.
Para despertar la conciencia de Caín y como un recordatorio de por vida del crimen que había cometido, Dios pronunció una maldición sobre él. Al labrador Caín ya no se le permitiría seguir viviendo en la porción de tierra cultivada, sino que habría de ganarse la vida a través de las más grandes dificultades. Aún más, se vería obligado a pasar su vida vagando sin descanso.
Con esas palabras solemnes, Dios atrajo la atención de Caín. El pecador insolente estaba aterrorizado por lo que había escuchado, pero su respuesta no muestra indicios de arrepentimiento. El peor temor que lo asaltaba era perder su propia vida. “Cualquiera que me encuentre me matará.” Se ha considerado que para ese entonces ya existían tres o cuatro generaciones de descendientes de Adán sobre la tierra, todos ellos parientes del hombre a quien Caín había asesinado. El temor de Caín era real y bien fundado, que alguno de los parientes de Abel pudiera vengarse matándolo a él también.
Con el fin de asegurarle que eso no ocurriría, el fiel Señor puso una señal en Caín.
Ver a este desdichado hombre sin hogar, siempre errante y procurando sobrevivir sólo mediante las más grandes dificultades, sería una advertencia para cualquiera que intentara imitar su conducta y su actitud. Este pasaje nos muestra como el pecado nos separa de Dios y tarde o temprano trae consecuencias terribles.
Oremos: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado Señor sea tu nombre. Venga tu reino, hágase tu voluntad Señor en la tierra como en el cielo, así también en mi vida, el pan nuestro de cada día dánoslo hoy, gracias, Señor, porque el alimento no ha faltado en mi hogar, perdóname, Señor mis ofensas, así como perdono a quién me ofende, fortaléceme, Señor en tu Espíritu para no caer en tentación y líbrame del mal, porque tuyo es el reino, el poder y la gloria para siempre, en el nombre de Jesús, Amén.
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