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Devocional 28 de febrero. Génesis 17:15-21


28 de febrero


Devocional jueves 28 de febrero de 2025.

Buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este viernes 28 de febrero de 2025.

El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 17:15-21.


En el transcurso de los años, Dios le habló con frecuencia a Abraham, moldeando su fe en la promesa. Cada vez que Dios le hablaba, Abraham comprendía mejor el gran plan divino; su fe se fortalecía más con cada encuentro. En los versículos que tenemos ante nosotros, Dios dijo al fin las palabras que Abraham tanto había estado esperando escuchar.

Pero antes de hacer eso, el Señor selló nuevamente el pacto con un cambio de nombre. Hasta la fecha no podemos definir con precisión la diferencia entre Sarai y Sara. Sabemos que Sara significa “princesa”. Si la esposa de Abraham iba a ser madre de reyes, merecía un título real, y ahora lo tenía.

El asunto central de las buenas nuevas de Dios estaba en las palabras: “Sara tu mujer te dará un hijo y le pondrás por nombre Isaac… Sara te dará a luz el año que viene por este tiempo”. Estas palabras explican por qué al principio Dios se presentó ante Abraham con el nombre El Shaddai. La bendición divina de darle un hijo a esta pareja de ancianos implicaba la renovación de la habilidad de ellos de reproducir.

Ahora que había escuchado la promesa que había estado esperando, Abraham se rió.


De pronto, un pensamiento inquietante le hizo fruncir el ceño y dejó de reírse. ¿Lo que acababa de decir Dios acerca de que el hijo de Sara iba a ser el heredero de la promesa, significaba que ahora su otro hijo ya no tendría parte en las bendiciones de Dios? Después de todo, Ismael era su primogénito; por trece años había sido el único hijo que había tenido. ¿Sería ahora relegado? Entonces Abraham deseó también para Ismael una bendición, sin embargo, la promesa de un Salvador vendría a través de Isaac. Este pasaje es muestra de la obra milagrosa que Dios hace en la vida del creyente. Dios es Señor de lo imposible. A nosotros sólo nos queda confiar en él aunque parezca que se ha olvidado de su promesa. La fe de Abraham parecía haber menguado, pero Dios se encargó de fortalecerle en medio de las circunstancias que atravesaba.



Oremos: Padre Santo y bueno, auméntame, Señor la fe. Te pido perdón por las veces en que mi fe se debilita. Ayúdame a seguir confianza en ti en medio de las circunstancias por las que estoy pasando en este momento. Auméntame la fe Señor. Se que tu tienes el control de lo que yo estoy pasando en este momento. Así como con Abraham, manifiéstate Señor en mi vida y fortalece mi fe en medio de mi necesidad, en el nombre de Jesús, Amén.

 
 
 

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