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Devocional 27 de enero Génesis 4:1-5


27 de enero


Devocional Lunes 27 de enero 2025.

Buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este lunes 27 de enero de 2025. El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 4:1-5.

Tanto los escritores del Antiguo Testamento como los del Nuevo Testamento utilizan la forma especial del verbo conocer como un delicado eufemismo para la relación sexual entre esposo y esposa. “Conoció Adán a su mujer”. Dios bendijo su unión dándoles un bebé varón.

Cuando Eva tuvo en sus brazos a su pequeño hijo pronunció algunas palabras significativas. Según algunos escritores, Eva pudo pensar que su niño era el Salvador, el descendiente prometido, la simiente que aplastaría la cabeza de la serpiente.

Ellos le ofrecieron sus sacrificios a “Jehová”. Adán y Eva les habían enseñado a sus hijos a conocer y amar al Dios Salvador, el Dios de gracia y fidelidad. El simbolismo que había detrás de la ofrenda pudo haber sido el mismo que está detrás de nuestras mismas ofrendas: colocamos una porción de lo que poseemos sobre el altar del Señor en señal de que primero nos hemos dedicado nosotros a él.

El Nuevo Testamento nos dice por qué la ofrenda de Abel fue aceptable a Dios y la de Caín no: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín” (Hebreos 11:4). Y el apóstol Juan nos da una idea de lo que estaba ocurriendo en el corazón de Caín: “Caín, que era del maligno y mató a su hermano… Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3:12). Caín estaba furioso porque su sacrificio no había sido aceptado, demostrando así que el motivo de su sacrificio había sido el orgullo.

“Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda.” Mediante la fe en la promesa de Dios Abel fue aceptable a Dios; lo miró como a su querido hijo. Y como su sacrificio fluyó de esta misma fe, el sacrificio de Abel agradó a Dios. La incredulidad en el corazón de Caín no podía permanecer oculta para el Dios que todo lo ve. Aparentemente, Caín le llevaba sus ofrendas al Dios verdadero, pero sus motivos eran impuros. Hacía lo que el culto de adoración requería, pero sus motivos eran egoístas y lo hizo por interés.

Esto que sucedió en el principio de la raza humana, sigue siendo la razón de nuestro pecado, el orgullo. Pensemos un momento en las motivaciones de nuestro corazón al llevar a cabo un servicio a Dios. ¿Lo haces para agradarle a él? O lo haces para exaltarte tú y que seamos vistos al desarrollar esa tarea. ¿Buscas agradar a Dios de corazón? o que tu nombre sea exaltado. Este pasaje nos debe hacer recordar que sólo a Jesucristo sea la honra y la gloria. Y que cualquier sentimiento de orgullo y exaltación de nuestra persona debe ser puesto a los pies de nuestro Señor Jesús para pedirle perdón y ayuda para no caer en ese pecado.

De alguna forma que desconocemos, Dios le hizo saber a Caín que la actitud de su corazón, así como su ofrenda, era inaceptable. Caín se dio cuenta de ello, se molestó, y el enojo se reflejó en su rostro. Cuando Caín agregó el pecado de la ira a al pecado de la falsa adoración, Jehová, el Dios Salvador, habló con él, pero de eso hablaremos el día de mañana si Dios nos lo permite.

Oremos: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Padre Santo perdóname, Señor, porque muchas veces tengo ese sentimiento de orgullo y protagonismo en mi vida. Perdóname, Señor, porque en ocasiones hay ese sentimiento de exaltación de mi persona en lugar de exaltar a Cristo con mis actos. Purifícame, Señor, límpiame, y hazme menguar cada día para crezca tu en mí. En el nombre de Jesús, Amén.

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