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Devocional 25 de enero. Génesis 3:22-24


25 de enero


Devocional sábado 25 de enero de 2025.

Buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este sábado 25 de enero de 2025.

El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 3:22-24.


En devocionales anteriores vimos que, Dios se acerca a Adán y Eva, quienes, avergonzados y culpables, les proporcionó un vestido, producto de un sacrificio de un animal inocente para cubrir su pecado. Un ser vivo ha muerto para que Adán pueda cubrirse. En aquel sacrificio, ¿no percibimos un indicio del modo en que Dios trata a este mundo?

El acto divino que expulsa al hombre del Huerto también sirve, en cierto sentido, para protegerle. La desconcertante frase inacabada de 3:22 transmite la sensación de que Dios no sólo expulsa al hombre del Huerto como juicio, sino también para su bien. Es una forma de decir que Dios no quiere que el hombre coma del árbol de la eternidad en su estado corrompido actual; de hecho, que existen consecuencias temibles y eternas, que sólo conoce Dios y no nosotros, que caerían sobre él en caso de comer del árbol. Dios proporciona una oportunidad para la gracia.

Dios, en su gracia, ofrece su provisión, protección y sobre todo, su salvación a las personas rotas y pecaminosas, sumidas en tamaña necesidad. Como contrapunto a este episodio, en el hombre se produce un destello de fe cuando llama a su esposa Eva, «vida»; porque, como dice el narrador, ella es la madre de todos los vivientes. Detectamos aquí un indicio de que Dios no abandonará a su creación preciosa, sino que incluso de la muerte sacará nueva vida. Esto es lo que quiere decir seguramente 3:15, cuando a aquellos sometidos al edicto de la muerte se les promete una semilla, nuestro Señor Jesucristo.

En Cristo, ya no estamos desterrados, sino que somos aceptados. En Él, hallamos libertad de la esclavitud del pecado, de la condenación y la culpa de la ley, y del poder desmesurado de la muerte. En Él, la vida empieza de nuevo. El evangelio nos dice que, en el nuevo cielo y la nueva tierra, no habrá más separación, ni condenación, ni dolor, ni lágrimas, ni muerte. En Cristo, no hay ya nada que nos pueda separar del amor de Dios, un amor que echa fuera el temor, supera al mal y reconstruye la vida y las relaciones.

Oremos: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Gracias Señor te doy por esta hermosa mañana, gracias por permitirme ver un día más de vida y contemplar tu creación. Percibir el aire que respiro, los animales, las plantas, los cielos, las montañas, los volcanes y toda tu creación. Todo esto me permite ver que tu no nos desechas por nuestro pecado, sino que has provisto de un redentor, nuestro Señor Jesucristo para que por medio de Él y de su sacrificio en la cruz nos reconciliemos contigo. Me acerco a ti esta mañana humillado Señor, pidiéndote perdón por mi pecado. Límpiame, Padre, y ayúdame a que cada día camine en santidad delante de ti, en el nombre de Jesús, Amén.

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