top of page

Devocional 21 de febrero Génesis 14:17-20 Jesús, nuestro Rey y Sacerdote.


21 de febrero


Devocional viernes 21 de febrero de 2025.

Buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este viernes 21 de febrero de 2025.

El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 14:17-20.


Dos reyes salieron al encuentro de Abram cuando regresó a Canaán, y los dos no podían ser más diferentes. El primero fue Melquisedec, una figura importante en las páginas de las Escrituras. En este pasaje encontramos la única información que el Antiguo Testamento nos da acerca de él. Se le describe como “rey de Salem” (Jerusalén) y “sacerdote del Dios Altísimo”. Este sacerdote y rey les dio alimento a los hambrientos y cansados siervos de Abram que combatieron en la batalla, y públicamente atribuyó a Dios el éxito de la victoria. Abram se identificó con el testimonio de Melquisedec ofreciéndole a este representante de Dios la décima parte de todo el botín. Al hacerlo así, Abram reconoció a Melquisedec como su superior espiritual.

Éste hubiera sido sólo otro fascinante incidente en la vida de Abram si no fuera por el Nuevo Testamento que arroja más luz sobre el hecho. Para empezar, nos enteramos de que Melquisedec es un tipo de Jesús en el Antiguo Testamento, quien también tiene el doble oficio de sacerdote y rey.

La Epístola a los Hebreos (7:17-22) destaca una segunda verdad respecto de Melquisedec, que es de importancia fundamental para el cristianismo. A lo largo de los siglos del Antiguo Testamento, Dios instruyó a su pueblo israelita para que se acercaran a él a través de mediadores conocidos como sacerdotes, de la tribu de Leví, que era bisnieto de Abram. Esos sacerdotes levitas ofrecían diariamente sacrificios de sangre que simbolizaban la gravedad del pecado y apuntaban al único remedio divino que Dios iba a dar para el pecado. Pero aquí, al regreso de la batalla con los reyes del este, el bisabuelo de Leví le dio el diezmo a un sacerdote que descendía de otro linaje. He aquí nuestra certeza de que todas las ceremonias y las reglas religiosas del Antiguo Testamento, incluyendo siglos de sacrificios de sangre, realmente no podían reconciliar al pecador con Dios. Se necesitaba un sacerdote mejor que un pecador levita, y un sacrificio mejor que un animal sacrificado. Por eso, a Jesús se le llama “sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Salmo 110:4; Hebreos 5:6; 7:11–17). El único sacerdote que puede reconciliar a los pecadores con Dios es Jesucristo.


Oremos: Padre Santo y bueno, gracias te doy Señor por la oportunidad que me das de estudiar tu palabra y entender que toda la escritura apunta a Jesucristo como mi Señor, Rey y Salvador de mi vida. Sólo a él debo todo lo que tengo, sea poco o mucho tu eres Señor Jesús a quien debo la honra y la gloria, en el nombre de Jesús, Amen.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentários


bottom of page