Devocional lunes 20 de enero de 2025.
Muy buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este lunes 20 de enero de 2025. El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 3:1-7.
Hoy veremos el relato sobre la tentación con la que Satanás arremetió contra nuestros primeros padres para incitarlos a pecar, lo cual resultó ser mortal para ellos. Y también para nosotros.
Es seguro que fue el diablo quien engañó a Eva. El diablo y Satanás son la serpiente antigua (Ap. 12:9), un espíritu maligno, creado ángel de luz del cortejo cercano al trono de Dios, por el pecado se convirtió en apóstata de su primer estado y rebelde contra la corona y dignidad de Dios. Multitud de ángeles cayeron. El juego, por tanto, que Satanás iba a poner en práctica era atraer a nuestros primeros padres al pecado y así separarlos de Dios. El diablo fue, pues, desde el principio un asesino y el gran engañador.
Si fue solo una forma y apariencia visible de una serpiente (como algunos piensan que era, tal como leemos en Éxodo 7:12), o fue una serpiente real y viva, que actuaba y estaba poseída por el diablo, no está claro: con el permiso de Dios puede ser cualquiera de las dos posibilidades. El diablo eligió representar su papel bajo una serpiente tal vez porque era una criatura de forma engañosa, tiene una piel moteada y salpicada y luego marchaba erguida. Quizá fuera una serpiente voladora que parecía provenir de lo alto como un mensajero del mundo superior, uno de los serafines; pues las serpientes de fuego eran voladoras (Is. 14:29). Nos llegan muchas tentaciones peligrosas bajo colores alegres y vivos, pero son superficiales y parecen venir de arriba; pues Satanás puede parecer un ángel de luz (cf. 2 Co. 11:14).
La persona a quien se tentó fue la mujer, ahora sola y a distancia de su esposo, pero cerca del árbol prohibido. Era la astucia del diablo:
La serpiente le dijo a la mujer: Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis? La primera palabra indica algo dicho por Dios antes, de la cual Satanás se apoderó, altero e injertó esta pregunta. Sin embargo, Dios había dicho: «Del fruto de los árboles del huerto podéis comer, excepto de uno». Él, al agravar la salvedad, trata de invalidar la concesión: ¿Conque Dios […] No comáis de todo árbol del huerto? Simplemente porque Dios lo ha dicho: “¿No comeréis?”. El diablo, al ser padre de mentira, ha mentido desde el principio. Esta es la astucia de Satanás, manchar la reputación de la ley divina como incierta o irracional y así atraer a las personas al pecado; y es, por tanto, nuestra sabiduría guardar una firme creencia y un alto respeto por el mandamiento de Dios.
En respuesta a esta pregunta, la mujer ofrece una sencilla y completa explicación de la ley a la que estaban sometidos. Obsérvese aquí: Su debilidad fue entrar en discusión con la serpiente. Tenía que haber percibido por su pregunta que no tramaba nada bueno y, por tanto, debería haber dado un respingo con un: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo (Mt. 16:23). Pero su curiosidad y, quizá, su sorpresa al oír hablar a una serpiente, la llevó a hablar más con ella. Adviértase: cosa peligrosa es tratar con la tentación, la cual debería ser rechazada con desprecio y repulsión. Aquellos que desean estar lejos del mal deben mantenerse lejos del camino del mal, y enfrentar la tentación con la misma palabra de Dios. (Lucas 4:1-13).
Oremos: Padre Santo y bueno, vengo delante de ti humillado Señor, reconociendo tu amor y tu poder, reconociendo mi necesidad de ti, pero también reconociendo mi pecado. Perdóname, Señor, porque hago lo malo delante de ti. Perdóname, Señor, porque sabiendo hacer lo bueno, no lo hago. Te ruego que me ayudes Señor a caminar en santidad, a agradarte en toda mi manera de vivir. Te suplico que el día de hoy me des fuerza para afrontar la tentación, y así cada día de mi vida. Quiero suplicarte que mi esfuerzo por caminar en santidad sea una ofrenda grata delante de ti. Quiero Señor, arrancarte una sonrisa cada vez que tu veas en mi el esfuerzo que hago por agradarte viviendo en santidad. Oh, Señor, escucha mi suplica y mi ruego en el nombre de Jesús, Amén.
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