Devocional lunes 17 de febrero de 2025.
Buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este lunes 17 de febrero de 2025.
El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 11:27-32.
El “relato de Taré” describe la vida de Abraham y ocupa más de una docena de capítulos. El lector se puede estar preguntando por qué Moisés no lo llamó el “relato de Abraham”, ya que éste es su personaje más prominente. Hay varias razones; una de ellas es que Taré, el padre de Abraham, fue la cabeza de esta importante familia. Además, este relato nos presentará a varios miembros de la familia de Taré que no fueron descendientes de Abraham, personas como Lot, Rebeca, Raquel y Lea.
El relato de Taré nos ayuda a ver que, después de que la raza humana con su falta de fe se había vuelto nuevamente contra él, Dios escogió a la familia de Abram, del linaje de Sem, como portadora de la línea mesiánica. En vista del maravilloso plan que tenía para la raza humana, le concedió a Abram una serie de promesas centradas en el Salvador, enseñándole a confiar en ellas.
Nos gustaría pensar que Taré conocía y adoraba al verdadero Dios, pero su fe no estaba por completo libre de las supersticiones paganas.
Dios le dijo a Abram que abandonara la ciudad de Ur. Obedientemente, él y su esposa Sarai, junto con su padre Taré y su hermano Nacor, salieron de Ur y viajaron cerca de 800 kilómetros al noroeste hacia la ciudad de Harán (actualmente Siria). Después de la muerte de Taré (Hechos 7:2–4), Dios llamó a Abram por segunda vez. Respondiendo al llamado, Abram dejó Harán a la edad de 75 años y emigró al sur hacia la tierra de Canaán, acompañado por su esposa Sarai y su sobrino Lot. Aquí se menciona un detalle trascendente sobre Sarai, que después será un factor importante en el programa de capacitación que Dios tenía para Abram. Sarai (cuyo nombre sería cambiado más tarde a Sara) era estéril.
A partir de este pasaje, estudiaremos la vida de obediencia y fe de Abraham. Le invito a que cada pasaje que estudiemos sobre la vida de Abraham, pensemos en cómo hubiéramos reaccionado nosotros, y cómo podemos tomar de ejemplo la vida de este hombre de fe.
Oremos: Padre Santo, gracias te doy por tu palabra. Te ruego que tu Espíritu Santo me guíe a vivir una vida de obediencia y fe, enséñame a vivir en santidad en cada paso de mi vida. En el nombre de Jesús. Amén.
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