Devocional sábado 11 de enero de 2025.
Muy buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este sábado 11 de enero de 2025. El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 2:1-3.
En este paje vemos la impresionante conclusión del relato de Moisés sobre la creación. Desafortunadamente, nuestras Biblias separan estos tres versículos del relato de la creación, y los colocan como los primeros versículos del capítulo 2. En realidad, forman una eficaz conclusión de la creación y bien podrían formar parte del capítulo 1. Es útil recordar que las divisiones en capítulos y versículos, incluso los subtítulos que encontramos en nuestras biblias no son elementos inspirados por Dios a los autores y escritores bíblicos, y no forman parte de los escritos originales. Estas divisiones fueron agregadas después del siglo XIII y de manera general nos ayudan a entender las ideas de pensamiento de cada pasaje.
“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos”. Ya había sido creado el universo. El cielo lleno de estrellas y planetas estaba en órbita; la tierra estaba cubierta de árboles y plantas; criaturas grandes y pequeñas habitaban la superficie de la tierra, así como también las aguas que la rodeaban y los cielos encima de ella. Y había un hombre y una mujer perfectos que administraban todo para el Señor.
Dado que la obra creadora de Dios estuvo terminada en los primeros seis días, ¿qué quedaba por hacer en el séptimo día de la semana de la creación? Moisés lo describe así: Dios “reposó” de todo cuanto había hecho en la creación. Como la creación de Dios era absolutamente perfecta y eficaz, Dios dejó de crear. No obstante, es importante hacer énfasis en que Dios no cesó de trabajar. El universo se hubiera derrumbado, el sol hubiera dejado de brillar, y los corazones humanos hubieran cesado de latir si Dios no hubiera estado siempre activo preservando lo que había creado. Sin embargo, la creación había terminado y cuando Dios examinó su obra la encontró de pleno agrado.
Dios “bendijo” el séptimo día. Como no había nada más para crear, Dios hizo de toda su creación una fuente inagotable de bendiciones, especialmente para sus criaturas humanas.
Cuando estudiamos el ordenado funcionamiento del sistema solar o del cuerpo humano, nos asombra la sabiduría del Creador. Cuando consideramos, por ejemplo, cuán sorprendente es el concepto de la sexualidad humana y su reproducción también nos asombra la sabiduría del Creador que la ideó. Detente por un momento a meditar en esto. Es tan exacto y maravilloso el hecho de cómo es que dos células se funden para formar una sola y así dar paso a un embrión. Al sentir la suavidad de la piel de un bebé o al maravillarnos con la intensidad de los colores anaranjados y rojos de una puesta de sol en verano. Esto nos debe hacer comprender que no somos obra de la casualidad, sino de la imaginación infinita de un ser muy superior a nosotros.
Debemos recordar que el relato de la creación no es una pieza aislada de información, incluida en las Escrituras nada más porque sí. El relato de la creación pone énfasis en que desde el principio el amor de Dios ha estado obrando en beneficio de la raza humana, la corona de su creación. Este amor era evidente antes de que los hijos de Dios se rebelaran contra su amoroso Padre celestial, y se hace aún más evidente después de su rebelión y caída en el pecado. Pero aún en este contexto, Dios ya tenía en su mente el plan de redención de la humanidad por medio de Jesús.
Oremos: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Señor tu nombre. A través de estos estudios de tu palabra me enseñas que no soy obra de la casualidad, sino que fui creado con un propósito eterno, glorificar y adorar tu nombre. Te ruego Señor, que me reveles sobre cualquier cosa que esté haciendo que no vaya acorde con el propósito por el cual fui creado. Muéstrame, Señor, si es que no estoy cumpliendo tu voluntad por la que me hiciste y creaste. Dirige mi vida de tal modo que te glorifique con cada acto que haga todos los días. Aléjame de cualquier actividad que no te glorifique. En el nombre de Jesús, Amén.
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