Devocional martes 4 de marzo de 2025.
Buenos días. Les saluda el pastor David Aranda en este martes 4 de marzo de 2025.
El día de hoy estaremos meditando en el pasaje de Génesis 18:9-15.
Muy pronto se dieron cuenta de que los tres visitantes no se detuvieron en la casa de Abraham sólo para recibir una comida gratis. El propósito de su visita se hizo evidente cuando le preguntaron: “¿Dónde está Sara?”
Podemos imaginar lo asombrada que estaba Sara al oír a esos extranjeros, a quienes nunca antes había visto. Hablaban acerca de ella y habían venido a traerle un mensaje.
Moisés explica que la tienda de Sara se encontraba detrás del que hablaba. Sara ahora escuchó de los propios labios de Dios lo mismo que Abraham había escuchado de él la última vez que lo visitó: “En estas fechas el año que viene Sara será madre de un hijo”. Para una mujer que ya ha pasado la edad de tener hijos, eso era un milagro. Sara sabía muy bien que los milagros no ocurren por sí solos; sólo Dios puede hacer que sucedan.
Puede parecer que la reacción de Sara al escuchar el anuncio de este nacimiento fue la misma reacción de Abraham cuando Dios le pronosticó el nacimiento de Isaac. Abraham se había reído, y Sara también lo hizo aquí. Abraham se había reído de puro gozo; Sara había renunciado a la idea de tener un hijo y por lo tanto su risa fue de incredulidad. Para ella la promesa de Dios parecía risible. Como Dios todo lo sabe, el visitante de Abraham no sólo supo los pensamientos de Sara, sino que además se dio cuenta de su falta de fe en la promesa que acababa de hacer. La pregunta “¿Por qué se ha reído Sara?” reveló su omnisciencia, y le indicó a ella quién era él. Sin verla, supo que estaba escuchando detrás de la puerta de la tienda a sus espaldas.
Imagínese lo asombrada que debió haber estado Sara. El Señor no sólo leyó sus pensamientos secretos, sino también interpretó su duda como algo indigno e inoportuno. Sin duda, Sara debió haber sabido que el Señor no está atado a las leyes de la naturaleza, incluyendo las leyes de la reproducción humana.
Sara salió de su tienda avergonzada. Al principio trató de defenderse, pero luego, arrepentida, aceptó la reprimenda del Señor. Por la fe, ella recibió la promesa que le hizo Dios de que iba a concebir y a dar a luz. Cuando el niño nació un año más tarde, Sara habló de forma diferente: “Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oiga, se reirá conmigo” (21:6).
¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? La respuesta por su puesto es, no. Sin embargo, muchas veces actuamos como lo hizo Sara. Incrédulos ante el poder del Señor. No hay nada que sea imposible para el Señor, incluso, romper las leyes de la naturaleza como en este caso que la edad de Sara para tener hijos había pasado tiempo atrás. Dios no sólo tiene el control de la situación en la que estamos pasando, sino que tiene el poder de cambiarla por completo, aunque esto signifique romper las reglas de la naturaleza, esa es la especialidad de Dios, los milagros.
Oremos: Gracias Señor te doy porque puedo confiar en que eres fuerte y poderoso. Tu puedes cambiar con el poder tu palabra cualquier situación en la que estoy pasando. Sólo quieres que crea en tu poder y autoridad. Tu eres el único Dios verdadero, fuerte y poderoso. Lento para la ira y grande en misericordia. Enséñame a no desconfiar de tus promesas en el nombre de Jesús, Amén.
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